Un
24 de julio de 1938 culminaba la
batalla de Levante.
Franco
había fracasado en el que era su deseo de ocupar Valencia el 25 de
julio,
festividad del apóstol Santiago. Por el contrario, la línea
defensiva XYZ o línea Matallana republicana cumplía
su
objetivo, deteniendo, como se señalaba en la propaganda leal del
momento, a los
invasores extranjeros.
Tal calificativo dedicado al ejército rebelde, a pesar de que
trataba de tocar la fibra sensible y fomentar valores de defensa de
lo propio, de la tierra, la patria, frente al agresor externo, estaba
cimentada en hechos muy notorios, que afirmaban su verosimilitud:
Primero,
por
la implicación destacada de las dos principales potencias fascistas
del momento, tanto en material, el cual, sobre todo el material
italiano, sería
fundamental
para Franco,
sin
escatimar recursos
para
la victoria, como en combatientes –perfectamente
equipados, tanto la Legión Cóndor alemana, como las militarizadas
fuerzas de
voluntarios
italianos–. Segundo, por la elevada cifra de fuerzas de voluntarios marroquíes,
los
regulares –alrededor de 70.000 a lo largo de toda la contienda según
los últimos estudios–. Se puede estimar en su conjunto, a lo largo
de toda la guerra,
unas
cifras de combatientes
a
las órdenes del ejército sublevado que superarían
en
orden de 5 a 1 a las famosas Brigadas Internacionales, cuyo papel en
Levante fue prácticamente
irrelevante.
La
resistencia a ultranza, escalonada y en profundidad fue todo un éxito
del Ejército Popular de la República y más en concreto del
Ejército de Levante. Los generales José Miaja, Vicente Rojo, Manuel
Matallana o el coronel Leopoldo Menéndez, jefe del Ejército de
Levante, quien posteriormente sería ascendido también al
generalato, pudieron anotarse el triunfo
de
la defensa de Valencia, alcanzada con un enorme esfuerzo y
sacrificio, tanto entre las tropas como entre los civiles,
basado
en la posibilidad de la elección adecuada del campo de batalla y,
primordialmente, en la fortificación, perfeccionada al máximo
posible a base de ganar tiempo, ralentizando el avance enemigo por el
montañoso terreno de la provincia de Castellón.
En
este día 24, según los planos que elaboraba el propio ejército
sublevado, todavía las últimas fuerzas del XVII Cuerpo de Ejército
(republicano) del teniente coronel Carlos García Vallejo,
procedentes de la bolsa
de Mora de Rubielos,
conservaban una cuña con una considerable extensión de terreno al
Norte de la línea XYZ en la zona de Pavías, abarcando las
poblaciones de Torralba del Pinar, Fuentes de Ayódar, Espadilla...
tal cuña impedía enlazar a las fuerzas integradas en el Corpo
Truppe Volontarie (el CTV italiano) con las del general Emilio
García-Valiño que habían sido detenidas frente a las alturas de la
sierra de Espadán –además, este tipo de salientes representaba un
peligro como plataforma desde la que se podían originar
posibles contraataques sobre la retaguardia–. No obstante, como
la 5ª División de Navarra había conseguido ocupar la posición
defensiva principal republicana al sur de Caudiel, el mando
republicano no tuvo más remedio que ordenar el repliegue de las
fuerzas de la cuña, y emplearlas en tareas defensivas en este
punto
débil de Caudiel, evitando la profundización enemiga más allá de
la línea XYZ.
A
pesar de todo, una arenga del Comisariado de la 54 División,
encargada de la crucial defensa de Viver al paso de la carretera
general, columna vertebral del ataque del CTV, reflejaba lo que
podría ser el estado anímico que cundiría entre las fuerzas
republicanas que, amparado en el mantenimiento general de las
posiciones y el declinar de los ataques enemigos, comenzaba a ser de
optimismo. Desde los mandos y el comisariado político se alentaba la
idea de que se había cumplido el objetivo, y había que felicitarse
por ello e infundir ánimo entre la tropa, aunque sin permitirse
bajar
la guardia:
COMISARIOS:
la batalla que esperábamos ha tenido lugar. Estoy seguro de que
ninguno de vosotros habrá pensado después de ella que eran
exageradas mis manifestaciones escritas y de palabra cuando se
referían a la brutalidad del ataque enemigo contra esta zona de
Levante. Indudablemente la realidad ha sido aún más viva de la que
preveíamos. Sin embargo, el INVASOR HA QUEDADO PROFUNDAMENTE
DETENIDO Y QUEBRANTADO. Su intento y su creencia de progresión fácil
y triunfal hasta Valencia se habrá, de seguro desvanecido.
El
panorama se ha transformado en 24 horas, y de un Ejército que se
replegaba desordenadamente se ha pasado a un ejército de formidable
valor y empuje, se ha quebrantado al invasor, destruyendo sus mejores
efectivos.
¿Causa
de este cambio? La previsión del Mando en primer término, la
organización de esta línea de resistencia que nosotros defendemos
se ha patentizado con acierto indudable. Cubrir esta líneas con
fuerzas de refresco como las nuestras ha sido indudablemente otro
acierto. La fortificación construida y su organización en
profundidad ha contribuido en una proporción extraordinaria a
nuestro éxito. Pero, ¿ha sido solo esto? No, estoy profundamente
convencido de que también ha contribuido a ello el intenso trabajo
realizado y la actividad desplegada, la claridad con que se ha
expuesto la situación, el trabajo especial sobre los mandos medios,
la aclaración de grupos de colaboradores, el entusiasta trabajo
político intensificado al máximo en los días de que hemos
dispuesto: en fin, la compenetración absoluta de todos nosotros con
el mandato de nuestro gobierno de RESISTIR PARA TRIUNFAR.
(Archivo
General Militar de Ávila)
Aquel
mismo día, la desgastada División italiana de infantería Littorio
era
sustituida
en primera línea por la Brigada mixta italo-española de voluntarios
Frecce Nere.
El
día 25,
retiradas
las últimas fuerzas del XVII Cuerpo de Ejército de la cuña al
Norte de la línea XYZ, por fin conseguían
enlazar,
en Pavías, el Destacamento de Enlace de García-Valiño con el ala
izquierda del CTV. Al mismo tiempo, durante las primeras horas de
ese
día, en Cataluña, el Ejército del Ebro había iniciado
el
paso
del
río,
con
lo que el teatro de operaciones principal
en
los días sucesivos se irá trasladando
allí.
Valencia, la capital del Turia, había quedado alejada del frente y
sin
ser ocupada por Franco,
permaneciendo
ocho meses más en esta situación, leal a la República, desde el
principio hasta el final de la guerra.
Días
más tarde,
como
bien cuenta el testimonio de Gonçal Castelló Gómez-Trevijano, que
vivió aquellos acontecimientos en el Estado Mayor de la 54 División,
una comitiva de personalidades (entre quienes se encontraban los
diputados en Cortes Joan
Peset
Aleixandre, José Antonio
Uribes
y
el alcalde de Valencia, Domingo Torres) tras pasar por el puesto de
mando de la División, situado en la Cueva Santa de Altura, hizo una
visita al frente en las posiciones de las trincheras que ocupaba la
181 Brigada Mixta en la zona entre Jérica y Viver, como muestra de
confianza y para felicitar in situ a las tropas
que
allí se encontraban por el éxito en
los
combates librados por la defensa de Valencia, siendo obsequiadas las
autoridades con un banderín arrebatado a las fuerzas italianas.