viernes, 27 de julio de 2018

A 80 años del fin de la batalla de Levante. I


 Un 24 de julio de 1938 culminaba la batalla de Levante. Franco había fracasado en el que era su deseo de ocupar Valencia el 25 de julio, festividad del apóstol Santiago. Por el contrario, la línea defensiva XYZ o línea Matallana republicana cumplía su objetivo, deteniendo, como se señalaba en la propaganda leal del momento, a los invasores extranjeros. Tal calificativo dedicado al ejército rebelde, a pesar de que trataba de tocar la fibra sensible y fomentar valores de defensa de lo propio, de la tierra, la patria, frente al agresor externo, estaba cimentada en hechos muy notorios, que afirmaban su verosimilitud: Primero, por la implicación destacada de las dos principales potencias fascistas del momento, tanto en material, el cual, sobre todo el material italiano, sería fundamental para Franco, sin escatimar recursos para la victoria, como en combatientes perfectamente equipados, tanto la Legión Cóndor alemana, como las militarizadas fuerzas de voluntarios italianos. Segundo, por la elevada cifra de fuerzas de voluntarios marroquíes, los regulares alrededor de 70.000 a lo largo de toda la contienda según los últimos estudios. Se puede estimar en su conjunto, a lo largo de toda la guerra, unas cifras de combatientes a las órdenes del ejército sublevado que superarían en orden de 5 a 1 a las famosas Brigadas Internacionales, cuyo papel en Levante fue prácticamente irrelevante.



   La resistencia a ultranza, escalonada y en profundidad fue todo un éxito del Ejército Popular de la República y más en concreto del Ejército de Levante. Los generales José Miaja, Vicente Rojo, Manuel Matallana o el coronel Leopoldo Menéndez, jefe del Ejército de Levante, quien posteriormente sería ascendido también al generalato, pudieron anotarse el triunfo de la defensa de Valencia, alcanzada con un enorme esfuerzo y sacrificio, tanto entre las tropas como entre los civiles, basado en la posibilidad de la elección adecuada del campo de batalla y, primordialmente, en la fortificación, perfeccionada al máximo posible a base de ganar tiempo, ralentizando el avance enemigo por el montañoso terreno de la provincia de Castellón.



  En este día 24, según los planos que elaboraba el propio ejército sublevado, todavía las últimas fuerzas del XVII Cuerpo de Ejército (republicano) del teniente coronel Carlos García Vallejo, procedentes de la bolsa de Mora de Rubielos, conservaban una cuña con una considerable extensión de terreno al Norte de la línea XYZ en la zona de Pavías, abarcando las poblaciones de Torralba del Pinar, Fuentes de Ayódar, Espadilla... tal cuña impedía enlazar a las fuerzas integradas en el Corpo Truppe Volontarie (el CTV italiano) con las del general Emilio García-Valiño que habían sido detenidas frente a las alturas de la sierra de Espadán además, este tipo de salientes representaba un peligro  como plataforma desde la que se podían originar posibles contraataques sobre la retaguardia. No obstante, como la 5ª División de Navarra había conseguido ocupar la posición defensiva principal republicana al sur de Caudiel, el mando republicano no tuvo más remedio que ordenar el repliegue de las fuerzas de la cuña, y emplearlas en tareas defensivas en este punto débil de Caudiel, evitando la profundización enemiga más allá de la línea XYZ.



  A pesar de todo, una arenga del Comisariado de la 54 División, encargada de la crucial defensa de Viver al paso de la carretera general, columna vertebral del ataque del CTV, reflejaba lo que podría ser el estado anímico que cundiría entre las fuerzas republicanas que, amparado en el mantenimiento general de las posiciones y el declinar de los ataques enemigos, comenzaba a ser de optimismo. Desde los mandos y el comisariado político se alentaba la idea de que se había cumplido el objetivo, y había que felicitarse por ello e infundir ánimo entre la tropa, aunque sin permitirse bajar la guardia:



 COMISARIOS: la batalla que esperábamos ha tenido lugar. Estoy seguro de que ninguno de vosotros habrá pensado después de ella que eran exageradas mis manifestaciones escritas y de palabra cuando se referían a la brutalidad del ataque enemigo contra esta zona de Levante. Indudablemente la realidad ha sido aún más viva de la que preveíamos. Sin embargo, el INVASOR HA QUEDADO PROFUNDAMENTE DETENIDO Y QUEBRANTADO. Su intento y su creencia de progresión fácil y triunfal hasta Valencia se habrá, de seguro desvanecido.

  El panorama se ha transformado en 24 horas, y de un Ejército que se replegaba desordenadamente se ha pasado a un ejército de formidable valor y empuje, se ha quebrantado al invasor, destruyendo sus mejores efectivos.

  ¿Causa de este cambio? La previsión del Mando en primer término, la organización de esta línea de resistencia que nosotros defendemos se ha patentizado con acierto indudable. Cubrir esta líneas con fuerzas de refresco como las nuestras ha sido indudablemente otro acierto. La fortificación construida y su organización en profundidad ha contribuido en una proporción extraordinaria a nuestro éxito. Pero, ¿ha sido solo esto? No, estoy profundamente convencido de que también ha contribuido a ello el intenso trabajo realizado y la actividad desplegada, la claridad con que se ha expuesto la situación, el trabajo especial sobre los mandos medios, la aclaración de grupos de colaboradores, el entusiasta trabajo político intensificado al máximo en los días de que hemos dispuesto: en fin, la compenetración absoluta de todos nosotros con el mandato de nuestro gobierno de RESISTIR PARA TRIUNFAR.  (Archivo General Militar de Ávila)



  Aquel mismo día, la desgastada División italiana de infantería Littorio era sustituida en primera línea por la Brigada mixta italo-española de voluntarios Frecce Nere.



  El día 25, retiradas las últimas fuerzas del XVII Cuerpo de Ejército de la cuña al Norte de la línea XYZ, por fin conseguían enlazar, en Pavías, el Destacamento de Enlace de García-Valiño con el ala izquierda del CTV. Al mismo tiempo, durante las primeras horas de ese día, en Cataluña, el Ejército del Ebro había iniciado el paso del río, con lo que el teatro de operaciones principal en los días sucesivos se irá trasladando allí. Valencia, la capital del Turia, había quedado alejada del frente y sin ser ocupada por Franco, permaneciendo ocho meses más en esta situación, leal a la República, desde el principio hasta el final de la guerra.



  Días más tarde, como bien cuenta el testimonio de Gonçal Castelló Gómez-Trevijano, que vivió aquellos acontecimientos en el Estado Mayor de la 54 División, una comitiva de personalidades (entre quienes se encontraban los diputados en Cortes Joan Peset Aleixandre, José Antonio Uribes y el alcalde de Valencia, Domingo Torres) tras pasar por el puesto de mando de la División, situado en la Cueva Santa de Altura, hizo una visita al frente en las posiciones de las trincheras que ocupaba la 181 Brigada Mixta en la zona entre Jérica y Viver, como muestra de confianza y para felicitar in situ a las tropas que allí se encontraban por el éxito en los combates librados por la defensa de Valencia, siendo obsequiadas las autoridades con un banderín arrebatado a las fuerzas italianas.



  

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